Gabriel Lema
Gabriel Lema: Quipus, nudos de los “caminos rotos” de América del Sur
Gabriel Lema ha venido intensificando su experiencia plástica dentro de una tendencia que se puede caracterizar como afín a la disciplina antropológica. Su lenguaje se apoya y da continuidad a una concepción que desborda todos los tradicionales límites formales y conceptuales de la actividad artística que fuera promovida ejemplarmente desde el cono sur por creadores como el pintor Joaquín Torres García y el ingeniero Eladio Dieste. Del primero Lema toma el giro copernicano que emblematiza para los americanos del sur la inversión del habitual mapa que subrepticiamente imponía al continente una perspectiva europea. El sur como norte fue su consigna. De esta manera incitó a generaciones sucesivas a reconsiderar y desarrollar el paisaje cultural y social interrumpido por la política colonialista y del desposeimiento territorial que comenzara a partir de Colón. A pesar de encontrarse hoy el Tahuantinsuyu desmembrado y dividido entre los estados andinos de Ecuador, Bolivia y Perú es comprensible que se mantenga aún viva esa anatomía mítica quechua que recompone la unidad perdida. Visión que fuera cara a escritores como Carlos María Arguedas, y que planeando cósmicamente emplaza su cabeza en Quito, el ombligo en Cuzco y la matriz en Tiiticaca. Tanto el drama de Arguedas, escritor y antropólogo, enmarañado entre pensar, sentir y escribir quechua y castellano, y comunitariamente atrapado entre nacionalismos e ideologías revolucionarias no originadas en nuestro continente, en el otro extremo el universalismo militante de Torres García y su paradójico intento constructivista de mestizar los movimientos modernistas europeos con la tradición cósmica del Tahauntinsuyu, deben de ser vistos como parte de esa epopeya americana por retornar a su original unidad y recuperar así su propia identidad histórica.
En convergencia con el pensamiento y acción de Torres García, Gabriel Lema toma de Eladio Dieste su profundo sentido de gravedad del arte. Su sentido de economía esencial emblematizado en el humilde ladrillo de barro cocido, módulo físico y signo ético de toda su obra constructora. La conciencia de que es necesario retornar a ese humilde punto de partida y poner la escala humana en concordancia con el cosmos para aludir la rapacidad ciega y depredadora de una sociedad gobernada solamente por el afán de lucro, para contrarrestar el desorden y la fealdad que conllevan a las ciudades modernas. Basta tan solo recurrir a sus propias palabras que lo ponen de manifiesto de forma muy lucida: “Nuestras sociedades son, espero que no para siempre, cada vez menos populares y democráticas, cada vez más manejadas por tecnócratas, esos señores que todo lo piensan, menos lo más importante: las grandes decisiones que tienen que ver con las finalidades últimas ni las piensan….” “Son estas seudo aristocracias de hoy que han hecho a nuestras ciudades tan feas, con muesos llenos de hermosas pinturas, nuestras calles estridentes y nuestras salas de concierto….No, la vida no tiene más remedio que ser fea y sórdida porque eso es eficiente, lo que funciona, y de esa sordidez sacaremos dinero para pagar los cuadros de los muesos y la música de los conciertos”. Por lo mismo Dieste acude como lo hace Torres García al necesario equilibrio entre la pequeña dimensión local humana y la universal y enigmática infinitud del mundo, como ineludible regla áurea de comportamiento ético: “Lo que hagamos debe tener algo que podríamos llamar economía cósmica, estar de acuerdo con el orden profundo del mundo, y sólo entonces podrá tener esa autoridad que tanto nos sorprende frente a las grandes obras del pasado…” “…esa música del espacio que es la arquitectura, acuerda con la del mundo y con la que llevamos dentro”. Las piedras de las construcciones megalíticas, el barro configurado en vasijas indígenas o ladrillos de adobe, los granos de maíz, la cesta o barca de totora, los mates burilados, el lenguaje hoy enmudecido de hilos y nudos de los quipus, todos ellos pueden decirnos mucho de esa economía cósmica en el particular contexto espacial del altiplano andino.
Miguel Ángel Battegazzore
Punta de Este, 2005
(texto para la obra Retazos Urbanos: El cuarto mundo)
Sombras que duermen
Un par de pequeñas exposiciones simultáneas que llevan por título “Recuerdos protegidos”, vienen a confirmar la solvencia de un joven xilógrafo uruguayo. El último trabajo de Gabriel Lema (Montevideo, 1972) se inscribe en la tradición de grabadores en madera que conoció su punto álgido con el Club de Grabado en los años sesenta, y en especial, con aquellos artistas que como Ruisdael Suárez y Antonio Frasconi, se sirvieron de largos tablones entintados que evidenciaban su naturaleza rústica, es decir, que no prescindían de cierta elementalidad brutal del soporte. Gabriel Lema se ha formado en diferentes ámbitos educativos –Escuela Nacional de Bellas Artes, Miguel Battegazzore, Matilde Marín en Buenos Aires– y elabora a partir de este aprendizaje ecléctico una producción gráfica variada que destaca en el premio Paul Cezanne del año 2005, pero que ya había manifestado núcleos de interés al menos uno o dos años antes, en una muestra colectiva en el Espacio Lapido y un envío al Premio Rioplatense de Artes Visuales de la Fundación OSDE.
Siguiendo la sugerencia del título, se podría advertir metafóricamente que en esta serie de Gabriel Lema los “recuerdos” son “protegidos” por las ondulaciones de la madera, por las vetas y nudos que los envuelven, le dan un sitial como acuoso o anegadizo y en donde quedan finalmente recogidos. Las “sombras” vienen a ser el testimonio sutil de presencias fugaces –un gato que asoma en un pretil, las hojas lanceoladas del bambú– y en esa transitoriedad que contrasta con el grabado como técnica milenaria de preservación y sostén de valores consagrados –valores inmutables, precisos, portadores o dispensadores de una jerarquía social o simbólica, desde las estampas religiosas hasta los íconos de los naipes–, radica uno de los aciertos del artista. Otro acierto es la simplicidad de los motivos, la aparente sencillez formal de sus composiciones. Rápidamente reconocibles en la figuración, las “sombras” generalmente crepusculares y oblicuas como en un cuadro de Giorgio De Chirico, se “mueven” en el papel con una fluidez que no desdice al soporte, que juega a entreverarse con los tenues relieves de la tinta y el papel. No hay que olvidar que para que las “sombras” queden impresas como deben, negras, el xilógrafo debe desbastar muy leve pero trabajosamente todo el resto de la superficie del taco y así generar el contraste con ese fondo más claro –o menos bruno– que el motivo central, pero a su vez, teniendo el cuidado de no borrar con las repetidas incisiones el delicado veteado característico de la madera. Por otra parte, muchas veces es la misma madera de troncos, ramas y copas de árboles, las que parecen depositarse con su sombra en la albura de las tablas y luego en el papel, en un juego de cajas chinas donde se suceden y se reflejan los propios fantasmas de la materia. En suma, una serie sugerente, que resiste el estudio del detalle y promueve la contemplación gozosa del conjunto.
Pablo Thiago Rocca
Brecha, 20 de octubre 2006.
Excelentes artistas nacionales
La excelencia también circula por las xilografías de Gabriel Lema, un treintañero revelado en el Premio Paul Cézanne 2004, la generación del tercer milenio, con estudios en diversos talleres de Montevideo, Maldonado y Buenos Aires bien aprovechados así como los viajes por América y Europa. Del aprendizaje de la técnica de grabado adoptó la xilografía que, en pocos años, logró dominar con suficiencia, prolongando la tradición nacional de Antonio Frasconi, Carlos González, Claudio Silveira Silva, Carlos Fossati, Ruisdael Suárez y Leonilda González. Pero esa técnica, como sucede en muchos casos, no derivó en el mero virtuosismo sino que la puso al servicio de una convincente expresión gráfica, utilizando los elementos esenciales inherentes a la estampa en madera: potenciación de la veta y los contrastes calculados de blancos sonoros y negros intensos.
Son pocas xilografías, de gran tamaño (71x100, 59x 90, 88x60 cms.) y bajo tiraje (3 o 4. a lo sumo 9 ejemplares) siguiendo la orientación longitudinal de la veta y proyectando sobre ella sombras, algunas identificables pero sin obviedad (una torre, un hombre, un gato, un árbol), trabajando la plancha con una levedad extraordinaria, acariciando casi la superficie (Misifusa, 2006), evocando sombras chinescas agitadas por el dinamismo (Interacciones) o composiciones a la manera del romántico alemán Caspar D. Friedrich (¿Quién necesita otro héroe?, 2006, no por acaso es profesor de historia del arte) todas obras amparadas bajo el título Recuerdos protegidos.
Nelson Di Maggio
La República,2006
El retorno del héroe
Desde hace al menos dos años, Gabriel Lema viene trabajando con el concepto del héroe y de la silueta como síntesis de la imagen histórica. Generalmente lo ha hecho a partir de monumentos urbanos reconocibles y con aire clásico, que recuerdan en su despliegue oblicuo a algunas creaciones de Giorgio De Chírico. Pero siempre estas figuras son depositadas en un soporte bastante más prosaico y “crudo” que la pintura o el bronce: la matriz de madera desbastada y la consiguiente estampa xilográfica. Prosigue su trabajo en series, en algunos casos con láminas tamizadas por colores suaves, verdosos o sepias, como pátinas que coloca el tiempo. Líneas de fuga en la composición, que recuerdan a tablas y que han sido incididas sobre auténticos tablones de pino, generan una perspectiva también onírica. Pero al mismo tiempo, esas líneas de fuga remiten a un espacio más definido y en cierta medida objetivado en la representación. Hasta esta serie, las “sombras” en las que trabajaba Lema podían leerse indistintamente como siluetas recortadas, ahora son “sombras y nada más”, sombras que se proyectan en paredes de tablado –escenarios efímeros- y con un quiebre simbólico en los pedestales. El monumento al soldado parece hundirse (y no es posible eludir la cita a la historia reciente), el ecuestre está a punto de saltar al vacío, el lancero parece temblar de miedo…son estereotipos casi caricaturescos, distantes de una sombra escultórica real, son la sombra de la sombra del héroe.
El artista propone estos Espacios de relación, entonces, entre la sombra degradada (la liquidación del pasado glorioso) y el observador (un simple mortal más en tiempo presente): “¿Quién necesita otro héroe?”. Con estas estampas, más pequeñas, se busca una conexión casi intimista entre la persona y el ideal. Remiten por ello a la ausencia del padre, pues todos los héroes y personajes ilustres son padres declarados, a veces, a pesar suyo: de la Patria, de la Familia, del Arte, de las instituciones. Se produce una franca tensión entre el estatus eminentemente social y congelado de la estatua-monumento y la proyección individual, siempre cambiante y fugitiva, del observador. Ese encuentro entre el hombre de a pie, con sus temores y sus contingencias, y la sombra adusta y veteada de la xilografía, revela un conflicto entre la idea de lo privado y de lo público, entre el compromiso moral y la anomia social. Como si el observador se viera obligado a elegir la distancia adecuada en donde terminan sus esperanzas y motivaciones, donde se reconoce como sujeto perecedero, asume su ofrendad metafísica, la falta de conciencia épica, de maestros….donde da rienda suelta a la necesidad de “sombra” como lado oscuro, y también al rechazo de los íconos impuestos. Para llevar la tensión a una forma más explícita, Lema sugiere un punto en el piso de la sala donde el observador pueda “plantarse” y arrojar una suerte de perfil dúctil en la pared, que es la anamorfosis del héroe. El contemplador de la obra genera su propio reflejo trastocado, impregnando el retorno de una oscura condición. Con este ejercicio artístico y conceptual, que bascula entre la estampa como grabado y la estampa como soporte, como figura de dudosa enjundia, el héroe desciende al hombre, vuelve a casa y se reconcilia con un destino más modesto y personal.
Pablo Thiago Rocca
Montevideo, 2007
Lema en las sombras
Xilografías con personalidad
El artista Gabriel Lema (1972), coordinador docente de la Escuela de Artes Plásticas y Visuales de Maldonado, presenta tres grandes xilografías realizadas en 2006. Llevan los sugerentes títulos ¿Quién te dijo que estabas ahí?, ¿Quién necesita otro héroe? ¿Por qué no hay alguien en lugar de nadie?.
El artista demuestra ser un amplio conocedor de la técnica que exhibe, al punto de generar verdadera curiosidad por su aplicación. La tinta no parece cubrir con la generosidad esperable la superficie, produciendo entonces ciertas incompletudes que, sin embargo, resultan atrayentes como resultado plástico. Obviamente se trata de una intencionalidad que abre opciones en el uso de estos materiales.
A ello se debe agregar el interés por hacer predominar espacios despojados, sólo alterados por la propia textura de los materiales empleados. Se forman así ámbitos casi abstractos, no obstante se dibujan algunas siluetas (en uno, incluso, se adivina El Gaucho de José Luis Zorrilla de San Martína). A su vez, las vetas de la madera emergen en otros sectores con particular fuerza, produciendo un efecto dinámico, casi vibraciones en la percepción óptica. Es una rugosidad propia del elemento, pero que al ser vistas a través de la tinta se presentan como algo semejante a una fotocopia.
Cabe inferir que Lema invoca los efectos que las sombras de las obras escultóricas generan de un modo natural. Tal vez la metáfora que propone tiene que ver con el hecho que la consideración que reciben los héroes es tan dinámica como las sombras que producen sus monumentos. Sabido es, la historia es una construcción permanente, el pasado no se detiene. El pasado habla.
Lema, entonces, denuncia la fragilidad de los íconos, como recordándonos que los héroes sueles ser con frecuencia de barro.
Ante la solemnidad de una obra escultórica, nuestra actitud suele ser débil y dócil, asumiendo la legitimidad a que el supuesto héroe ocupe un lugar de privilegio. Sin embargo, la sombra es una marca volátil, que nos abandona demasiado rápido. En estos tiempos en los que los uruguayos parecemos tan necesitados de tener visiones más o menos consensuadas del pasado la propuesta de Lema resulta de particular carácter referencial.
F.L.
Punta del Este, enero 2006
Container-Contenedor
Gabriel Lema es un artista que vuelve a usar la antigua técnica de la xilografía, en un mundo en el que otros creadores optan por nuevas tecnologías e instalaciones y en un país en el que el grabado era muy importante pero tiene a desaparecer. Lema lo revitaliza. Lo utiliza además en enormes tamaños grabando sobre tela. En "Polis fa#5", muestra la huella del material natural, de la madera, evidenciando la realidad entre lo natural y lo artificial. Explica el artista: "El título hace referencia a las formas impresas y las relaciones que surgen entre estas. Continuando con la serie que hace referencia directa a la ciudad, desarrollo a una escala mayor una crítica al falocentrismo de las ciudades modernas con sus altas torres como protagonistas, utilizando como temática su sombra proyectada, donde la horizontal predomina por sobre lo vertical, lo pasivo por sobre lo activo. La ciudad moderna monótona y repetitiva como las simples vibraciones sonoras primitivas, dan como resultado una imagen de grandes e inexpresivas formas negras las cuales son proyectadas sobre las vetas de la madera (razón vs naturaleza) haciendo alusión a la violencia usurpación del hombre con respecto a su entorno."
Bahr y Lema, en una de las presentaciones, realizan un trabajo sonoro integrando música al espacio expositivo. Se trata de Composición electrónica de Subagas (Markus Seeger, Berlín), elaborado en Alemania 2007, de material acústico y grabado (por el mismo músico) en Uruguay. Según Bahr: "Sobre el tono básico A (producido por un diapasón) se mezclan lentamente sonidos de un bosque (madera) y de un lago (agua) con motores monótonos urbanos generando una experiencia plácida e inquietante". Así la música aparece en la obra de tres artistas invitados (Bahr, Lema, Alonso), hecho muy significativo de la necesidad de integrar diversos elementos a la realidad visual.
Alicia Haber
Catálogo Container-Contenedor
Frankfurt...Stuttgart...Montevideo
2007
Principio de identidad
La xilografía ocupa un lugar destacado en la historia de las artes visuales del Paraguay: sobre el antecedente lejano y truncado del grabado misionero del s.XVIII y el fundamento potente de las xilografías de los periódicos de las Guerra de la Triple Alianza, se afianza en el país una tradición gráfica intensa que tiene la madera como soporte y la gubia como instrumento principal: la tardía, pero segura, modernidad de nuestro arte se desarrolla en gran parte a partir de los argumentos proveídos por la enseñanza del Taller de Grabado de Livio Abramo y crecidos con la obra de un grupo destacado de artistas paraguayos.
Estos antecedentes configuran una escena propicia para recibir propuestas contemporáneas de xilografía. En este sentido, la exposición del artista uruguayo Gabriel Lema adquiere un significado especial para el Centro de Artes Visuales/Museo del Barro, preocupado por reflexionar acerca de los procesos visuales del país en el contexto regional y por acompañar el desarrollo de sus expresiones.
La obra de Lema se adscribe rigurosamente a los principios de las xilografía tradicional y se circunscribe a sus recursos elementales, pero desde ellos es capaz de plantear conceptos y proponer narraciones que no sólo revelan contemporaneidad propositiva, sino que adquieren particular vigencia coyuntural. El tema de la identidad y los héroes, la lectura de la historia, el replanteamiento de los imaginarios y las representaciones nacionales, las figuras míticas que precisamos conservar y renovar, todas estas cuestiones son formuladas mediante un lenguaje sucinto y directo que puede servir para comprender mejor la historia grande del Sur y para aportar pistas indispensables a nuestros jóvenes grabadores.
Osvaldo Salerno
Asunción, 2008
Monumento inverso
Resulta difícil encontrar hoy obras contemporáneas levantadas con consistencia desde la especificidad de una técnica. La promiscuidad de los medios expresivos, que ha resultado fecunda y liberadora en muchos ámbitos, tiene un precio alto: el sacrificio de la evidencia de los materiales, del trazo de la inscripción, de las huellas del hacer singular y las inflexiones del lugar específico. Por eso, la obra de Lema sortea un desafío fuerte: preservar las cifras de la contingencia, la pragmática del obrar concreto, sin hacer de ellos principios normativos ni restricciones canónicas.Así, el potencial técnico de sus xilografías es empleado no en un sentido virtuosista ni en una dirección formalista, sino en función de narrativas que densifican la obra y avalan su vigencia. La oposición radical de los espacios entintados y los blancos de la tela, los vestigios de los accidentes de la madera(sus estrías, sus oleajes, sus nudos), así como el riesgo de las incisiones y los planos, levantan el andamiaje formal de la obra con los datos elementales y los procesos primeros. Es indudable que esa verdad fortalece la imagen: asegura la verosimilitud de sus recursos ficcionales: crea una escena segura. Pero los puros argumentos formales no bastan, como no bastan la destreza compositiva y la habilidad gráfica. En esa escena ocurren cosas que vienen de afuera del puro mundo de los tacos, las tintas y las cuchillas (del mero armazón de la imagen bien resuelta), aunque se sostengan en el cumplimiento de la forma y el valor de la competencia. En esa escena, el proto-héroe nacional o latinoamericano aparece puesto en contingencia él mismo. Al seguir la suerte de los materiales y las técnicas (sujeto a la carne astillada de la madera, a los azares del tallado, los diagramas de las vetas) el personaje mítico, el guerrero ecuestre, deviene apenas el detalle altivo de una mole demasiado oscura cuya presencia irrefutable manifiesta la compleja realidad de lo que sostiene cada leyenda.En ese pedestal precario-una sombra simultáneamente liviana y densa, temblorosa de resquicios y fisuras mínimas- se encuentra el legítimo monumento de las identidades fugaces y demasiado oscuras, de los fundamentos quebradizos de la historia patria, de los caudillos amenazados por la propia abstracción de sus glorias. Y esa vacilación que trae la madera ("la materia paradigmática") abre una posibilidad de entrever otras lecturas del mito, necesarias siempre para imaginar los contornos-sombríos, rayados- de nuestras difusas sociedades.
Ticio Escobar
Asunción, febrero 2008
Sombras vacías
En los años 60´algunos artistas pop norteamericanos que utilizaban técnicas de reproducción como la serigrafía, llegaron a generar instalaciones valiéndose de imágenes repetidas que no se exhibían como cuadros, sino que generaban un ambiente, ocupaban el espacio y se resignificaban a sí mismas como si fueran un empapelado. Lo más conocido tal ves sea lo de Andy Warhol, con sus vacas o sus Mao de diferentes colores ubicados a modo de instalaciones.
Un poco apoyándose en esto, pero recurriendo a otra técnica de reproducción, Gabriel Lema toma como referencia estas obras de Warhol pero lo hace desde un lugar totalmente diferente al del pop, no solo técnicamente ya que utiliza xilografías, sino que también desde una posición filosófica distinta.
El grabado permite la reproducción. De por si la identidad de un país, de una región se define por la repetición de ciertos atributos que tienen en común quienes habitan en determinado lugar. Al igual que en el grabado, todos seríamos de alguna manera iguales como para poder definirse una identidad común.
Gabriel Lema trata el tema del “héroe”, así sin mayúsculas. Genera imágenes que evocan la sombra de monumentos ecuestres y en este caso pueden ser de cualquier héroe patrio.
Podría ser la imagen ecuestre de Artigas o San Martín o de Bolívar. Pero Lema no es de cualquier lugar, por consiguiente, a quienes habitamos en el mismo país, se nos ocurre que es la imagen de la sombra de José Gervasio Artigas, héroe patrio del Uruguay, que nació en Montevideo y murió exiliado en el Paraguay. Nada es casual, todo está muy pensado y medido por el artista.
Gabriel cuestiona al monumento, al héroe intocable, incuestionable. Interpela los valores de la sociedad y de la patria al vaciar de contenido la imagen del héroe, como lo hicieron los artistas pop en su momento, reproduciéndolo como para ser consumido, de ahí que lo colorea en un afán solamente plástico, agradable y vistoso.
El héroe y no es el de óleo o de bronce, ni siquiera es su imagen. Es su sombra y ésta es tallada sobre una rústica tabla de pino, que sirve de matriz para imprimir, si el artista quisiera, hasta el infinito y eliminar toda sacralidad patriótica conservadora. Nos ubica y ubica al héroe en el mismo nivel, en el mismo lugar, como humanos que fueron y somos.
Gustavo Tabares
Montevideo, 2008
ARTE URUGUAYO de los maestros a nuestros días
Gabriel Lema (1972) surgió a la consideración pública cuando gabó el concurso que tenía por tema la Torre del Vigía de Maldonado, con un grabado curo protagonista era la sombra arrojada por la torre. La sombra, como mecanismo visual, fue sistematizada hace quinientos años por Leonardo da Vinci para la pintura. Se ha dicho, con razón, que las sombras son agujeros en la luz. Las vemos en todo momento, aun cuando solo pocas veces, reparamos en ellas.
Sin embargo, su constribución para nuestra experiencia visual del mundo sigue siendo misteriosa. Lo cierto es que, en algunos casos, la sombra puede ser un medio, como en Espacios de relación, mientras que en otros puede constituirse en el tema mismo del grabado, como en La Torre.
Los grabados en madera de Lema heredan la textura (vetas, nudos) de las xilografías de Antonio Frasconi pero, a diferencia de éste, la somete a un cambio de escala y las imprime sobre tela.
Ángel Kalemberg
Edición Arte Uruguayo: de los maestros a nuestros días
Diario El País, 2012
Contemporary Uruguayan Artists
Las creaciones de Gabriel Lema se cimentan en la xilografía: técnica y los atributos de esta expresión artística -las vetas y la textura de la madera, la densidad de la tinta y la impresión en relieve- le permiten generar narrativas sombrías acerca de personajes oscuros. Sus trabajos juegan con el contraste entre la oscuridad de las tintas impresas y la vivacidad de los colores acrílicos. Las series como Principio de identidad dramatizan las complejas y necesarias relaciones entre la repetición, el reconocimiento y la identidad.
Soledad Guerra
Catálogo Cotemporary Uruguayan Artists
Washington,DC
2012